Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 135

Se tapó los ojos con las manos. —No lo digas, por favor —susurró. Dylan puso las manos sobre las suyas para apartárselas de la cara. —Mischa, no pasa nada. —Sí que pasa. Esto no está nada bien. Tengo una carrera en la que pensar. Tengo una vida. —¿Y acaso no puedes tener esas cosas y amor también? Ella sacudió la cabeza con un aire impotente. —Yo tengo todas esas cosas. —Ya, eso tú —protestó Mischa. —¿Por qué en tu caso iba a ser diferente? Mira, sé cómo te sientes. Yo estaba en esa misma situación no hace mucho tiempo, ya lo sabes. Hasta que conocí a Alec. Hasta que amarle hizo que me diera cuenta de que lo que me faltaba en la vida era precisamente él. Quererle era lo que necesitaba. —Creo que yo no soy así, Dylan, y te aseguro que Connor tampoco. Hemos sido muy sinceros el uno con el otro desde el principio. No puedo esperar ahora que cambie. No es justo y tampoco realista. —La cara que puso cuando mencionaste el nombre de Greyson me dice algo distinto. —¿Qué cara? —Como si estuviera a punto de arrancarle la cabeza a Greyson y comérsela con un poco de sushi. Eso le arrancó una sonrisa. —Qué va. —Bueno, quizá no tenía ese aire tan asesino pero estaba celoso, eso seguro. —Los celos no implican amor. Su amiga se encogió de hombros. —Puede que no, pero tampoco implican que el tío pase de ti. —Pero es más bien por el sentido de la posesión. ¿No forma parte de todo esto de la dominación y la sumisión? —Sí, hasta cierto punto. Pero cuando un hombre siente que eres suya, la historia cambia por completo. —Nunca ha dicho que fuera suya. —Lo piensa. —¿Cómo estás tan segura de eso? —He visto esa expresión anteriormente. En Alec y en muchos otros hombres, tanto en la escena del BDSM como fuera de ella. Ya escribía sobre eso antes de experimentarla en mis propias carnes. —No sé, Dylan. No sé qué siente. Es confuso porque, aunque lo supiera, no sé qué haría. No sé si puedo tenerlo, ¿entiendes lo que quiero decir? Y querer que suceda si Connor no quiere es una tontería, además de peligroso. —¿Pero no crees que vale la pena? No te digo que sea fácil, pero sí te aseguro que vale la pena. —No lo sé. A pesar de tu seguridad sobre el amor, no acabo de pillarlo. Lo único que siento es peligro, pero no la alegría que es tan patente en Alec y en ti. Lo único que sabía era que querer a Connor significaba que toda su vida, todo para lo que tanto había trabajado, podía desmoronarse si él le daba la espalda. Pero ella no podía darle la espalda a él. Todavía no. Tenía que encontrar la manera de controlar sus sentimientos, de estar con él tanto como pudiera. Hacer caso omiso al hecho de que había un final para su historia. Tragó saliva para poder deshacer el nudo que tenía en la garganta.