Literatura BDSM El Límite de La Tentación ( Eve Berlin ) | Page 100

No sé, una explicación, tal vez, aunque no me debe nada. No me debe ni una mierda. Puede hacer lo que le venga en gana y donde le dé la gana; no tiene que pedirme permiso para nada. Era perfectamente capaz de tomar estas decisiones antes de que apareciera yo. Igual que yo misma. —¿Y? —preguntó Dylan con una ceja arqueada. Ella se encogió de hombros. —No me gusta que no me haya dicho nada de este viaje. Me parece algo… maleducado después de haber estado acostándonos toda la semana. Dylan sonrió. —Ya, ¿y el sexo qué tal? —Es la hostia —respondió Mischa sin mucho entusiasmo—. Eso es todo. Es un sexo increíble. —Pero, oye, ¿vosotros habláis entre polvo y polvo, al menos? —Pues claro. Hablamos de todo. —¿Como qué? —quiso saber Dylan. —Como… todo. Mis negocios, cosas de familia… —¿En serio? —¿Por qué sigues arqueando la ceja? —preguntó ella, que volvió a cruzarse de brazos. —Pues porque nos conocíamos desde hacía un año cuando me hablaste de tu familia. —Tal vez fue… me resultó una buena práctica, vaya. —Tal vez. —Mira, no quiero darte la brasa con esto, Dylan. Ya me es difícil de vivir, así que imagina reconocérselo a otra persona. —¿Y qué es lo que reconoces, exactamente? Se apartó el pelo de la cara. —Le he contado lo de Evie. Le he dicho lo malo que fue vivir con ella de pequeña; lo destrozada que estaba y lo mucho que eso me afectó. Sigo sin creerme que se lo haya contado. —Entonces, ¿le has dado detalles? —Bueno, sí y no. Le he contado algo. No he entrado en los pormenores como… que Raine y yo nos muriéramos de hambre antes de ser lo bastante mayores para abrirle el monedero e ir a la tienda yo sola. No le he contado que nos dejaba solas varios días seguidos. No le he confesado lo más feo, pero creo que ya se ha hecho una idea… —Lo siento mucho, cariño. Mischa sacudió la cabeza para contener las lágrimas que le entelaban los ojos. —No pasa nada. Ahora soy ya una mujer y he aprendido a vivir con ello. Lo aprendí hace años. Aprendí a hacer la compra, a cocinar, a evitar que Evie se consumiera cuando sus relaciones se iban al traste. Me fue bien en la escuela y me aseguré de que a Raine también. Y a ambas nos ha ido de puta madre. No adivinarías nunca de dónde vengo, ¿verdad? —Oye, tranquilízate, cielo. No pasa nada. —Joder, lo siento. Hoy estoy… hecha un lío. —Se quedó callada un momento y se frotó los brazos con ambas manos—. No sé por qué la historia con Connor está sacando a la luz \