Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 94

Juan Abreu Diosa Cuando Maestro concluye, se repite la misma escena que al final de la obra colgante. Coro de aclamaciones, apretones de manos, palmadas en la espalda, inclinaciones fervorosas. Alguien interpreta una melodía dulcísima al piano. Los invitados se mueven en dirección al sitio del que surge la música. Las copas, en la vitrina, centellean amablemente. Hay una llave dorada en la cerradura, que no había descubierto antes. Sobre el mueble, figuras de porcelana. La pared es azul pastel. El roce de los pies sobre las baldosas. La cómplice humedad de la madera. La música afloja mi cuerpo engarrotado. Fluye por mis músculos, por mi carne exhausta. Por mi espíritu enchumbado. Antes de alejarse, Maestro planta una vela en mi ano. Han retirado la mesilla. La cera resbala, quema el orificio, se desliza hasta los labios vaginales. Aprieto los dientes ante el primer ardor. Pero pasa enseguida. Por un rato, permanezco allí, como un faro en la penumbra del desierto salón. Un faro que guía en noches tormentosas a intrépidos navegantes. Un faro que muestra a fatigados viajeros el camino a casa. Luego, se inicia el peregrinaje hacia la tarima. Los invitados se inclinan sobre mí. Pronto el aroma de los habanos llena la habitación. ¡Soy un mechero! Me emociono otra vez, hasta las lágrimas. Gracias, gracias, musito. ¿Qué siento? Entrega. Soy la Diosa de la Entrega. Cual turbia criatura, el tiempo. Cuando la vela está casi consumida, una Sumisa la desencaja de mi ano. Dentro de mí, todo está hecho de nudos y, de súbito, los nudos se deshacen como esclusas que se desbordan sobre un Página 94