Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Martes, diciembre 17, 2002, 00:42
Laura, paciencia, tu Maestro se encargará de domar ese
depravado coño. Que, sin duda alguna, es más hermoso cuanto más
depravado.
Conseguiré que vibre como un instrumento musical. Que se
manifieste con voz nueva.
Veo que el momento se acerca, apreciada pupila. Ya mi mano
danza sobre el papel. Ha recuperado sus fuerzas, su destreza. Las
formas afloran voluptuosas y consistentes. Ya tengo una idea
bastante precisa de aquello en lo que te voy a convertir.
Quiero que compres todo lo necesario para pintar a la acuarela.
Comenzarás por representar una fruta. La que quieras. No importan
los resultados que obtengas, por el momento. Lo que me interesa es
que tu mano y tu espíritu se interesen por crear.
Aunque al principio te sea difícil de entender, explorar tus
aptitudes artísticas ayudará a convertirte en una mejor Sumisa.
Existió (hasta el punto en que puede hablarse en pasado de
artistas de esta categoría) un pintor llamado Kitagawa Utamaro, se
formó en Edo, hoy Tokio, con el artista Tiriyama Sekien, de la escuela
Kano. Es conocido, fundamentalmente, por dos álbumes de xilografías
titulados El libro de los insectos y El poema de la almohada. Utamaro
fue un gran vividor, que frecuentaba los ambientes que aparecen en
sus obras. Cuando, en el siglo XIX, sus imágenes llegaron a
Occidente, causaron un gran impacto. Los primeros en admirarlas
fueron los impresionistas, pero más tarde se inspiraron en ellas las
vanguardias del siglo xx. Su trabajo más valioso son las estampas
características del estilo ukiyo-e, que representan escenas de teatro,
actores y prostitutas en el famoso Yoshiwara, el barrio del placer de la
ciudad. El álbum titulado Doce vistas de fisonomías de bellas mujeres
es extraordinario. Los bustos de sus damas libertinas son retratos de
diosas que reclaman ser sometidas a una sesión de bondage.
Trata de verlas.
Página
60