Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Martes, noviembre 26, 2002, 21:09
Querido Maestro Yuko. Me abriré. Deseo que mi Maestro esté
satisfecho con su pupila. Mostrarme a la altura de sus enseñanzas y
expectativas. Aunque persisten dudas acerca de mis límites.
Sus palabras de aprobación me han emocionado hasta las
lágrimas. En este momento de mi vida, siento que no debe haber
nada más importante que obedecer a mi Maestro.
Amo coincide conmigo.
Respondo a sus preguntas:
Amo me conoce muy bien. Leyó en mi rostro agitado, en el tono
de mi voz. En el color de mis mejillas. En mi respiración entrecortada.
Pidió que abriera las piernas e introdujo la mano hasta alcanzar mi
sexo. Así comprobó que estaba mojada. ¿Qué me ordenó a
continuación? Ordenó subirme la falda, apoyar las piernas abiertas
sobre la mesa, echar a un lado las bragas (no permitió que me las
quitara) y masturbarme. Yo tenía muchas ganas, Maestro. Mientras lo
hacía, Amo se metió debajo de la mesa y observó la escena. Es algo
que me enloquece. Sentía su aliento sobre la mano, tan cerca estaba.
Cuando terminé, me hizo arrodillar y chupársela.
Maestro, dudo. No sé si enviar este mensaje. Al menos no como
está escrito. ¿Y si le parezco vulgar? ¿Y si no me considera
merecedo &FR7W2V