Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Domingo, noviembre 24, 2002, 02:34
Laura: ábrete.
Esto no lo pido o sugiero severamente, lo ordeno.
Creo que ya estás lista para cumplir órdenes. Ordeno que te
abras. Ya no habrá obstáculo de ningún tipo entre Laura y su Maestro.
Tu Maestro es tu alma y no puedes ni deseas ocultar nada a tu alma.
Tu conducta ha sido impecable.
Maestro está muy orgulloso y feliz.
«La pureza no se obtiene sin esfuerzo.» Lo has comprendido y
avanzas por el camino de la Pureza, que es el de la Sabiduría. Estás
dispuesta a pagar el precio necesario, a vencer las dificultades y, lo
que es más importante, estás dispuesta a ser sin miedo.
Una deliciosa cena, sin duda.
Los escorpiones son afrodisiacos. Una pequeña ayuda de tu
Maestro para contribuir a la mayor libertad de tu corazón y la
aceptación de tus instintos. Pero tu excitación no provenía de los
insectos, sino de fuentes más genuinas: de tu deseo de obedecer. De
doblegar tu voluntad a la de tu Maestro.
De tu pasión de ser.
Hay pasión y lujuria en el abandono. Y tu espíritu lo percibe y lo
acepta con entusiasmo y naturalidad.
Lo veo.
En el país del sexo no todos los actos tienen explicación. Hay
fuerzas mucho más importantes que la razón: ellas gobiernan.
Pulsiones ancestrales, ansias de ser hasta la degradación, necesidad
de saborear la soberanía del abandono, hambres orgiásticas.
A cierto nivel (y ya estás en ese nivel), la única forma de
comprender es hacer.
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