Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Domingo, noviembre 10, 2002, 10:05
Maestro Yuko, Amo me comunica que ha dado su aprobación
para que usted sea mi Maestro y yo su pupila. La noticia me ha
llenado de una extraña satisfacción. ¿Satisfacción de qué? De
atreverme, supongo.
¿Bondage de pelo? Desconocía su existencia. Por favor,
Maestro, ilústreme al respecto. ¿Así que la imagen del hiratakuwagata
en su balcón lo transportó a la infancia? Sí, es muy rara la manera en
que funcionan estas cosas. Bueno, todo es muy raro. ¿Qué mayor
prueba que estos mensajes? ¿Qué hago yo, una empresaria exitosa,
educada, segura de sí misma, en este insólito diálogo con un Maestro
que pretende «sacar sangre de mi alma» y ayudarme a ser
sexualmente sumisa? En este momento, no puedo imaginar algo más
desusado.
Cuando se preguntaba por nuestro rol... ¿se refería al de la
especie humana o al de Maestro y su discípula?
Hábleme de los insectos. Nunca me han interesado mucho. Pero
si usted habla, yo escucho atenta... y respetuosa.
Sumisa Laura
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