Literatura BDSM Diosa ( Juan Abreu ) | Page 15

Juan Abreu Diosa desagradable. Pero, en ocasiones, hablan de las experiencias de Sumisas de forma expedita y honrada. Las más instructivas son aquellas en las que el Master o Amo obliga a la Sumisa a llevar un diario público. En el que se describen las actividades de la pareja. De esta forma nos enteramos de que varios Amos se reunían para pasar el fin de semana en una casa alquilada en las afueras de la ciudad. Allí las Sumisas competían a ver cuál de ellas sabía complacer mejor a su Amo. Muchas noches soñé con ser una de las Sumisas invitadas. Amanecía muy mojada y tenía que masturbarme. Uno de los diarios hablaba de la ocasión en que una Sumisa sirvió como árbol de Navidad en una reunión de Amos. Permaneció horas en un rincón, engalanada, llena de lucecitas, guirnaldas y bolas de cristal. Sentí unos intensos deseos de ser usada no ya como árbol de Navidad, sino como maceta del árbol, como tierra, como alfombra. La imagen de la Sumisa iluminada, inmóvil, me parecía enternecedora, deseable. Las experiencias de estas Sumisas, empezábamos a acostumbrarnos al término, alimentaron nuestros deseos de explorar fantasías de dominio, en lo concerniente a Rodrigo, y de sumisión en lo referente a mí. Rodrigo leyó todo lo que encontró acerca de las técnicas del bondage. Aprendió a hacer nudos y amarres que cortaban la respiración y me sumían en una especie de éxtasis. Al principio nos limitamos a posiciones sencillas, mientras mi marido pulía sus recién adquiridas habilidades. Pero con el paso de las semanas la situación ganó en complejidad y encanto. En cierta ocasión permanecí horas atada a la pata de la mesa, mi cuerpo cubierto con una red que dibujaba rombos, triángulos, y se hundía en mi carne provocándome un nuevo y delicioso escozor. Resulta imposible describirles lo que disfruté allí echada. Lo agradecida que me sentí. Rodrigo acondicionó una habitación pequeña, que usábamos como trastero, a manera de mazmorra. Según habíamos visto en Internet, la mazmorra es el escenario del castigo. El lugar donde la Sumisa es atada, zurrada, recluida. «Su» sitio. Rodrigo instaló argollas para facilitar su tarea, vació un armario de mantas y toallas y lo llenó de cuerdas de diferentes tipos, velas, varas de bambú, fustas y otros enseres. El nivel de castigo proporcionalmente. aumentó; Página 15 mi nivel de goce crecía