En la decisión pueden entrar a jugar su
papel múltiples factores: comodidad,
técnica, gusto personal por lo clásico
o lo moderno, posibilidades creativas,
etc.
Disponer de la extensión de rango que
supone un bajo de cinco
cuerdas es innegable,
especialmente
en
determinadas
situaciones, pero las
cuestiones técnicas
pueden inclinar la
balanza en una u
otra dirección.
Primero, creo que
hay que desmitificar
esa típica frase de
“pero si ese bajo es más
grande que tú”. Para
alguien que no tenga
mucha envergadura
corporal no tiene
por qué ser más
difícil tocar un
instrumento
grande.
Un ejemplo:
Steve Bailey
suele
tocar
un bajo de
seis cuerdas y
Stanley Clarke
uno de cuatro.
La capacidad
de tocar un
instrumento
tiene mucho que
ver con la técnica
desarrollada y poco
con el tamaño. Si acostumbramos
a la mano izquierda (en el caso de
los diestros, para los zurdos sería
la derecha) a desenvolverse por un
mástil/diapasón más ancho, un cinco
cuerdas dejará de ser “incómodo”.
Otro factor que a veces tiene incidencia
es el tipo de música que tocamos, y
no hablo de música ahora, sino de
estética. Y no debería ser así, pero es.
Hay estilos de música donde un cinco
cuerdas “pega” más (metal, progresivo
o jazz-fusion, por ejemplo) y otros
donde si no se ve un cuatro cuerdas
parece extraño (blues, country o rock
clásico). Yo personalmente nunca
haría concesiones en mi instrumento
por una cuestión de este tipo, pero
entiendo y respeto a quien piensa que
su compromiso estético forma parte
de su aportación a su banda o proyecto
musical. También es cierto, y hay
que reconocerlo así, que para quien
realmente esté en un punto “vintage”,
tanto en sonido como en estética, sus
alternativas en cuatro cuerdas ganan
por coherencia y goleada en opciones
a la hora de comprar.
para acostumbrarte a la anchura del
mástil y al espacio entre cuerdas. No
es nada probable, pero no insistas
si ves que empiezan a molestarte las
articulaciones de la muñeca o del codo
por forzar tu técnica. En el sentido
inverso, pasar a cuatro después de un
largo periodo tocando cinco también
exige una adaptación, aunque esta será
menos sufrida físicamente, notándose
más en que la mayor distancia entre
cuerdas en un cuatro hará que, al
principio, tengas la sensación de que
no puedes tocar tan rápido como en
un cinco.
Dicho todo lo anterior con respecto a
la mano que trabaja sobre el diapasón,
vamos a ver ahora las repercusiones
en la mano que pulsa las cuerdas. No
son pocos los que confiesan que para
lo que más utilizan la quinta cuerda es
para apoyar el pulgar, que así pueden
colocar los dedos más cerca de las
demás cuerdas y esto resulta cómodo
a la hora de tocar porque proporciona
flexibilidad en la asignación de dedos
determinados a cuerdas determinadas.
Esta es una cuestión mucho más de
técnica ergonómica que musical y es
Para muchos bajistas, un buen cuatro una realidad que me he encontrado
cuerdas de espíritu “viejuno” (ya sea en muchas respuestas a la pregunta
antiguo de verdad o contemporáneo “¿Por qué cinco cuerdas?”.
de inspiración clásica, que los hay y
muchos entre las marcas), es lo más. Y luego están los que aún valorando
Son legión quienes afirman que en un que necesitan a veces ciertas notas en
cuatro cuerdas están todas las notas una octava más grave que no existen
necesarias, además de pesar menos.
en un cuatro cuerdas (Re, Mi bemol y
Si eres un bajista que comenzó Mi sobre traste), optan por un cuatro
tocando con cuatro cuerdas, o que cuerdas con la cuarta cuerda afinada
lleva mucho tiempo haciéndolo, en Re en lugar de Mi, de forma manual
puede que la adaptación a las cinco o automática mediante un artilugio de
cuerdas te requiera algo de esfuerzo “desafinación automática” colocado