American School of Asuncion Travesía 2017 - versión final | Page 51

es creado y a la vez es creador, y que esta idea cir- cular sigue infinitamente. Este postulado aporta a la idea que toda creación comienza en la imagina- ción de su creador. El hombre sueña y su sueño se vuelve hombre; la irrealidad pasa a ser real. El na- rrador en tercera persona nos cuenta sólo lo que sabe el personaje principal, que es poco y nada, logrando así́ la ilusión de que este personaje mis- terioso forma parte de lo real, cuando en verdad él es simplemente otro ser soñado. A esto se le agre- ga un marco escénico vagamente descripto pero que cuenta con las ruinas circulares, siendo este nombre una pista de la referencia al tiempo circu- lar e interminable, pasando así por irrealidad que se vuelve realidad y viceversa. Puede que algún día todos encontremos que el fuego no puede dañar- nos y descubramos que somos, por más reales que nos sintamos, simples sueños. Simples irrealidades. Julio Cortázar decide unirse a esta constante duda sobre la realidad y llega a dos conclusiones diferentes. En su cuento “Carta a una señorita en París” Cortázar logra, al relatar los hechos desde la primera persona, introducir la irrealidad en la que vive el hombre que vomita conejitos dentro de lo que es la realidad de la señorita que está en París, realidad que se asemeja más a lo que conocemos. Como lectores conocemos lo que piensa y hace el hombre, pero la reacción de Andrée, la señorita que vive en París, nos es desconocida. Quizás An- drée vive la misma realidad que el hombre que vo- mita conejitos, pero este también se ocupa de que Sara, la mucama, no sepa nada. “Verdad que pare- ce imposible; ni Sara lo creería”, dice el personaje principal. Parece imposible, pero para él es posible. En esta conclusión, Cortázar dice que lo irreal pue- de formar parte de lo real pero no deja en claro si esto hace que el evento irreal pueda ser considera- do real. Cortázar “hace real lo fantástico, implanta lo irreal en lo cotidiano” cuando pone a un hombre que vomita conejitos en un departamento de la calle Suipacha en la ciudad de Buenos Aires. La segunda conclusión a la que llega Cortá- zar es que no hay diferencia entre lo real y lo fantástico. En “La noche boca arriba”, Cortázar juega con distintos marcos escénicos, uno es real y el otro es un sueño. Pero, ¿cuál es cuál? Igual que el personaje principal, nosotros entendemos que la realidad es aquella que ocurre en el hos- pital y que la persecución azteca es la pesadilla. Es interesante notar que el personaje principal, una vez aceptada la realidad, se da cuenta que “el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños”, mientras que para no- sotros, como lectores cuya realidad tiene motos y ciudades, sentimos desde el comienzo que lo “absurdo” era tener que escapar de los aztecas durante la guerra florida. Según el autor no es posible descartar las experiencias como fantásti- cas simplemente porque no las hayamos vivido, como hace el protagonista al asumir que la sala del hospital es real miles de años antes de que se descubriera la medicina. No hay lugar donde se aclare que las pesadillas deben ser siempre la parte irreal y los sueños la parte real. En este caso el protagonista escapa de un sueño salvador a una realidad en la que “con la cabeza colgan- do hacia abajo (...) vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte”. Cortázar le pone énfasis a la idea de que no hay diferencia entre lo real y lo fantástico en su cuento “Casa tomada” e introduce otra idea res- pecto a lo fantástico, la idea de que la irrealidad la creamos nosotros mismos. El protagonista de este cuento nos dice que su hermana Irene y él “[habían llegado] a creer que era ella (la casa) la que no [los] dejó casar[los]”. Al darle una identidad a la casa los personajes también le dan vida. Hay muchas teorías diferentes respecto a quién toma en verdad la casa, pero como la historia está rela- tada desde el punto de vista de uno de sus habi- Travesía • revista estudiantil 51