Military Review Edición Hispano-americana Enero-Febrero 2014 | Page 30
y su marcha hacia el exilio durante medio siglo.
Además, en esta salida definitiva del país opera
un factor secundario: Se trata de la sola existencia
de Miami y su sentido de Meca para los cubanos.
Dada la expectativa de infalibilidad del régimen,
esa región constituye un distractor, o sea, un
posible escape de la situación. Es más o menos
alcanzable, pero ¡está ahí!, reduciéndose la disposición de oponerse al orden establecido. La gente
considera un sinsentido enfrentarse y morir ante
un indefectible fracaso, si tiene la solución delante
de la nariz. Es mejor entonces emplear la fuerza
en llegar a tan solo noventa millas de distancia,
es decir, alcanzar el territorio de la Florida.
…cuando nadie sabe quién es quién
y saben que el informante secreto
está en todas partes… llevan el miedo
consigo, nadie confía en nadie.
Si bien, la represión policial no entra dentro
de los factores esenciales del inmovilismo de la
población cubana, no es menos cierto que los
complementa. La piedra angular del control de
la policía política en Cuba, radica en que las
demás dictaduras latinoamericanas y, a fin de
cuentas, a través de la historia, los mecanismos
represivos policiales reaccionan en la medida en
que vislumbran peligro al poder establecido. Sin
embargo, bajo el gobierno cubano es diferente,
el andamiaje policial y secreto está montado y
afiladamente activo, desde antes que surja su
enemigo. Lo está esperando, se le adelanta, se
modelan los acontecimientos a ocurrir. Se hacen
planes, pronósticos, experimentos, ensayos. Se
recoge diariamente por medios operativos de
la Contrainteligencia el estado de opinión de la
población de todo el país y se enuncian hipótesis
de las acciones enemigas a surgir cada día. Los
agentes se mantienen infiltrados hasta en los
más recónditos rincones de la vida nacional y
son continuamente orientados a la vigilancia de
lo que “va a ocurrir”. Es decir, el control policial
en Cuba no es “después” sino “antes”.
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Por ejemplo, los extranjeros que visitan Cuba,
por cualquier razón que fuere, caen dentro de
una red de vigilancia constante: por medio de
la camarera del hotel, el taxista, el bartender y
cualquier tipo de contacto a realizar; sin contar
con la posible técnica operativa instalada en
las habitaciones. También se instalan dispositivos de escucha en el parqueo, alrededor de la
piscina y lobby del hotel. Se parte del criterio
de que todos son enemigos y todos deben ser
controlados, lo mismo para detectar actividad
enemiga, espionaje o solo para reclutarlos por
los Servicios de Inteligencia o Contrainteligencia
de Cuba.
Las circunstancias explicadas no se produjeron
en la Europa del Este ni existió tampoco el romanticismo comunista, se mantuvieron de ese modo
debido a la amenaza soviética. Pero a pesar de
todo, aunque disminuidas y hostigadas, existían
organizaciones, partidos políticos, medios de
comunicación masiva y otras circunstancias que
dejaban una brecha por donde interactuar socialmente y conformar una oposición sólida. Tampoco
son circunstancias existentes en Venezuela, donde
se cuenta con posibilidades de oposición que jamás
tuvieron los cubanos.
Cualquier acción política supone
masividad, o al menos, un grupo de
personas y por ende, un fin común;
de lo contrario, sería no más que un
caótico desorden.
Conclusión
“…Sin embargo, dentro de esta alma colectiva
comienza a formarse un pequeño núcleo central: el
sentimiento de individualidad… En todo gran ciclo
histórico llega un momento en que irremisiblemente
se dispara el mecanismo revolucionario” (Ortega
y Gasset).
El gobierno cubano ha caído ante un Nudo
Gordiano el cual trata infructuosamente de
cortar, resultando un nebuloso y ambiguo status
quo en la política cubana que la deja en un limbo
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