Columna
A UN OCÉANO DE MANHATTAN
En el diván
Texto: Laura Freijo Justo | laurafreijo.com | Foto: Eugenia Gusmerini
En el mundo contemporáneo occidental, cada vez es más frecuente sentarse en el
diván de tu terapeuta y hacer confesiones falsas hasta que un día descubres, entre
mentira y mentira, tu propia verdad. Cual personaje de Woody Allen que se busca a
sí mismo y solo halla la sombra de la otra.
- Dolores, verá, me gustan las mujeres.
- ¿Es usted lesbiana?
- ¿De dónde ha sacado eso? Solo he dicho que me
gustan las mujeres.
- Ah. ¿Y en que campo le gustan?
- Pues a ser posible, más que en el campo, en la
campiña francesa, con un buen cabernet y gafas
de sol.
¡Cuánto glamour en la fantasía! Pero por algo se
empieza. Se empieza quizás por admitir que a una le
gustan más las mujeres para el amor cortés que los
hombres. Una vez superada la fase del amor cortés,
se pasa al amor sexual. Quizás existen reticencias en
cuanto a asumir un nombre en los primeros albores
de la aceptación. Lesbiana, bollera, lencha. En cada
lugar, su nominativo correspondiente. O varios. Y
como siempre, los nombres en sí mismo, no tienen
contenido, solo aquel que la voz humana le da. Son
neutros, somos nosotr@s quienes los cargamos de
significado.
- Dolores, verá, me he enamorado de una mujer.
- ¿Es usted lesbiana?
- ¿De dónde ha sacado eso? Solo he dicho que me
he enamorado de una mujer.
- Ah, entonces, ¿está experimentando?
- í, nos hemos perdido en el campo un par de veces
S
y me gustó el paisaje.
Cuando no se puede hablar directamente, se recurre
a la metáfora. Y si una está enamorada a la poesía. Aunque sea de verso en oferta porque tiene la
tara del lugar común. Gracias al universo hippy, se
entendió que el amor no sabía de cuerpos sino de
almas. Aunque yo deba admitir que me gustan las
turbulencias del alma femenina a ser posible enfundada en un cuerpo de mujer. ¿Quiere eso decir que
soy lesbiana?
- olores, verá, tengo que confesarle algo.
D
- ¿Es usted lesbiana?
- De dónde ha sacado eso? Solo he dicho que
¿
tengo que confesarle algo.
- h, entonces, demos por acabada la terapia.
A
- Dolores, el otro día en el campo me dijiste que me
¡
querías!
Existen múltiples dimensiones de la realidad. La más
fea quizás sea esa que constantemente nos muestran las guerras, los genocidios, la violencia, los abusos sexuales, la opresión de los poderosos sobre los
más indefensos, en fin, esa de la que tod@s intentamos desprendernos para no sentirnos que formamos
parte de un ser humano colectivo tan despiadado.
La realidad debería estar prohibida, dice el personaje
de Gloria Muñoz en La flor de mi secreto, película a
revisar de Pedro Almodóvar. Sin embargo, en esta
dimensión mundana de nuestro ser, en esta que pa ɕ